lunes, 22 de julio de 2019


CARTAS AL ABUELO.DOS

¿Qué pasó hace cincuenta años?

Sucedió que le escribí una carta a mi abuelo para contarle las últimas noticias del devenir de nuestra Asociación, aprovechando que cumplíamos los primeros diez años, diez años de rodaje que ya nos hacía la ilusión de ser mayores y tal vez era motivo de recordar como habíamos llegado a cumplir aquel sueño. Sueño que se inició un buen día del últimos años de la década de los cincuenta, en un bar de la Puerta del Sol de Madrid, creo recordar que se llamaba Bar Flor, lugar de encuentro de un puñado de molineros, convocados por distintos caminos, pero con un vinculo común de saber qué pensábamos. La revista Molinería y Panadería y su director D. Federico Montagud, que acogía escritos y lamentos de unos molineros provincianos, referidos a la profesión, nuestra profesión, en cuyas páginas derramábamos  inquietudes. He copiado y pegado los principales párrafos.

Empezaba así: " Me he permitido ponerle titulo a la carta ¿Sabes que pasó aquel día?.  Esa fecha y lo que te voy a contar es una vuelta atrás a los orígenes, un flash back que se dice ahora, que con los años quedan un tanto borrosos, se olvidan algunos nombres, especialmente de aquellos que no siguieron con los años o que sus trabajos no se lo permitieron participar en aquellas reuniones, con viajes nocturnos para evitar gastos de hoteles, Aquellos se gestaban  a fondo perdido y la inestimable participación de Don Federico Montagud, que pagó más de una comida de trabajo amén del apoyo romántico o sentimental, a aquel grupo de atrevidos "escritores" de temas molineros, deseosos de saber más acerca de nuestra profesión y, como salvar obstáculos burocráticos en tiempo de sequia democrática, donde no te podías mover de la senda verticalista y sortear la arrogancia de compañeros de profesión ya instalados en la villa y corte, que nos miraban con cierto desdén, indiferencia y hasta un punto de arrogancia. Nos veían como intrusos invasores de la profesión, no merecedores de ser llamados colegas, que no tenían  reparos en llamar a alguno de mis compañeros "machacadores de trigo" porque, a pesar de los años, (la mayoría no pasábamos de los veintitantos) ya estaban o estábamos rebasando las líneas rojas establecidas por las casas constructoras, quienes marcaban y limitaban el desarrollo de cualquier iniciativa técnica, cumplida religiosamente por los técnicos establecidos bajo el paraguas de las firmas sagradas.

A pesar de los muchos inconvenientes, aquel osado grupo, llegó  a echar raíces en aquel pedregal. Gregorio de la Vega, Jaime Ransanz, Pablo López Villanueva, Francisco Creis, (no era molinero, su padre si), Argimiro García Ruiz, Antonio Blanco, Rafael Rey Majado y como verso suelto de la vieja guardia Francisco Ayala, bastante mayor que nosotros pero que no dudó en unirse, además de D. Federico y yo mismo, pudimos poner en marcha este invento. Por supuesto dentro de la órbita sindical, Alguien conocía a alguien que conocía al jefe  de los jefes del Sindicato, Don Antonio Reus Cid. En este terreno se movía como pez en el agua Paco Creis, que con Jaime y Gregorio, encabezaban la revolución, nosotros, el resto, éramos los gregarios, hacíamos nuestro trabajo. Conocer gente que conocía gente de la profesión, llamarles, decirles, contarles, explicarles lo que estábamos a punto de poner en marcha. Todos pusimos nuestro ladrillo.

Como sabes, yo vivía en Castejón, un día me fui a Zaragoza y me presenté en el Heraldo de Aragón, pregunté por un redactor que hacía entrevistas a desconocidos raros, le expliqué el tema y al día siguiente, tu nieto salió en los papeles. Hablando de la industria harinera. De los profesionales que estábamos al frente de las fábricas y de que íbamos a crear una Asociación, y que todos los compañeros debían saber qué se estaba cociendo. Naturalmente muchos o casi todos se enteraron gracias a mis descaro provinciano. En Zaragoza había muchas fábricas igual que en la provincia de Huesca, Teruel, Navarra. La Rioja, Cataluña y allí donde llegase el periódico.

Este alarde de insolencia provinciana, despertó el interés de aquellos compañeros de la Villa Corte, que no dudaron en subirse al carro para aportar su sapiencia e influencia, lo que sin duda aportó un "toque de distinción" que mitigase un poco el polvo de la era con el que estábamos marcados los pobres provincianos. Sin duda alguna, de la noche a la mañana,  Antonio Sánchez y Antonio Pantoja, se convirtieron en estandartes y defensores de la fe, si bien cabe recordar que en viajes previos a Madrid, les habíamos visitado en sus grandes y pomposas instalaciones donde nos atendieron de forma correcta, pero en el fondo nos miraban de arriba abajo. No era difícil adivinar qué pensaban, pero nuestra constancia, perdón, la de Jaime y Gregorio, marcaban la pauta.

Pronto creció el interés a nivel nacional. Se redactaron unos Estatutos, Reglamentos de Régimen Interno, bajo la inestimable aportación de Paco Creis, que como es habitual, olvidado por casi todos. Del Bar Flor pasamos a reunirnos en su casa, (creo recordar que estaba en Conde de Peñalver) donde se plasmaron las ideas marco, dentro de los condicionamientos de la época, poniendo especial énfasis en la absoluta necesidad de respetar nuestro nombre de pila, Cultural y Técnica, (idea de Gregorio). Así nacimos, nos registramos, fuimos aprobados, constando como primer domicilio social el de Paco Creis. Y como Comisión Organizadora, convocamos, al amparo del Sindicato Vertical de Cereales, que también empezó a tomarnos serio,  y que de entrada nos proporcionó domicilio social,  Secretaría Técnica, secretaria y Asesoría Jurídica visto el impacto que ya habíamos conseguido, se desbordaron todas las previsiones, las adhesiones fueron impresionantes en cuanto a número. Bien, se nombró la primera Junta de Gobierno y fue elegido Presidenta Jaime Ransanz y vicepresidente, Gregorio de la Vega. También se incorporaron a la Junta los dos antiguos exceptivos, Antonio Sánchez y Antonio Pantoja por aquello de que vivían en Madrid, no era cosa que el provincianísimo se apoderase del poder absoluto. Así empezó todo abuelo."

Retomemos la narración. Los años fueron pasando, la Asociación se fue haciendo más numerosa, llegamos a ser cuatrocientos cincuenta socios, las reuniones eran casi multitudinarias y las ansias de mandar, constantes, Sánchez y Pantoja fueron alternándose en la presidencia, todo transcurría con cierta placidez hasta la celebración de la X Asamblea General. Pensábamos celebrar los diez años de vida, cuando empezaron a surgir desavenencias entre el Presidente Sánchez y el Secretario Técnico Luis Bernabéu, quien me puso en conocimiento haber discutido y por el motivo que fuera, el Presidente había presentado la dimisión de forma irrevocable. Esto eran palabras mayores pues ese año el Vicepresidente era yo, por lo tanto había que solucionar el problema lo más rápido posible. Me puse en contacto con Pablo y decidimos reunirnos a mitad de camino entre Madrid y Alicante, convocamos una reunión en Mota del Cuervo con otros miembros de la Junta, Julio Caballero. Juan José Moreno, Pablo López Villanueva, Luis Bernabéu y yo como Vice Presidente y aunque parezca una remedo de la película "Rebelión a bordo", con los estatutos en la mano, reajustamos la Junta, pasando a ser "interinos"  o "en funciones" hasta la próxima Asamblea General.

Recurrí a la Asesoría Jurídica del Sindicato para elaborar el Orden del día  con el fin de hacerlo correctamente, así es que cual sería mi sorpresa cuando abrí la sesión, informé de la dimisión del Presidente por razones personales, y según  el Orden del Día, intenté informar de la actividades cuando fui interrumpido por un enlace sindical, que asistía como invitado, que sin ser socio recomendó a la Asamblea, que el tema del Presidente debería ser debatido sin la presencia de la Junta en funciones, algo inaudito ahora y no tanto entonces. Esta persona se había convertido en Comisario Político. Confieso que no supe que hacer, bueno, si lo supe cuando miré a los asistentes y  me sentí mas perdido que Pulgarcito en el bosque. Miré a Pablo y a Luis y abandonamos la sala convencidos que aquello no podía ser verdad.

Cuando creyeron oportuno, nos llamaron y vimos que habían nombrado Presidente a Antonio Pantoja a instancias del delegado sindical que parece ser había asumido el atropello. El nuevo Presidente, benévolo con los insurrectos (nosotros o solamente yo), nos invitó a seguir en la Junta, algo que me negué a admitir, se había cometido un atropello según los Estatutos, no acepté la invitación y me consideraba liberado de cualquier responsabilidad, al no poder desarrollar el Orden del día previsto. Pablo y yo nos fuimos y nunca supimos que había pasado después.

Aquella noche, mientras la tripulación del Apolo XI, Neil A.Amstrong y Edwin E. Aldrin pisaban la Luna, más concretamente en el paraje lunar llamado Mar de la Tranquilidad, observados por Michel Collins al mando de la nave espacial de retorno a la Tierra, Pablo y yo, en compañía de nuestras esposas, nos fuimos a un cabaret después de cenar e ironías del destino, como recompensa a tan nefasto día, nos tocó una cafetera en el sorteo que aquellas "señoras" tenían guardada para señalados espectadores de primera fila. Para broche final del día tuve que subir al escenario a recoger el obsequio que aquella oronda señora de generoso escote, con sobredosis de maquillaje, que tapaban heridas de otras batallas, tuvo a bien alegrarnos la noche con las consabidas bromas celebradas por el respetable.

Cuando regresábamos al hotel, estaban televisando en directo desde la Luna, como Amstrong daba saltitos en la superficie lunar. Era un 20 de Julio de 1969.

(Mi especial recuerdo para aquellos compañeros y amigos, que con  los años nos han ido dejando un poco más solos. D.E.P.)

Nada más abuelo, Un fuerte abrazo

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