CARTAS AL
ABUELO.DOS
¿Qué pasó hace
cincuenta años?
Sucedió
que le escribí una carta a mi abuelo para contarle las últimas noticias del
devenir de nuestra Asociación, aprovechando que cumplíamos los primeros diez
años, diez años de rodaje que ya nos hacía la ilusión de ser mayores y tal vez
era motivo de recordar como habíamos llegado a cumplir aquel sueño. Sueño que
se inició un buen día del últimos años de la década de los cincuenta, en un bar
de la Puerta del Sol de Madrid, creo recordar que se llamaba Bar Flor, lugar de
encuentro de un puñado de molineros, convocados por distintos caminos, pero con
un vinculo común de saber qué pensábamos. La revista Molinería y Panadería y su
director D. Federico Montagud, que acogía escritos y lamentos de unos molineros
provincianos, referidos a la profesión, nuestra profesión, en cuyas páginas
derramábamos inquietudes. He copiado y
pegado los principales párrafos.
Empezaba
así: " Me he permitido ponerle titulo a la carta ¿Sabes que pasó aquel
día?. Esa fecha y lo que te voy a contar
es una vuelta atrás a los orígenes, un flash back que se dice ahora, que con
los años quedan un tanto borrosos, se olvidan algunos nombres, especialmente de
aquellos que no siguieron con los años o que sus trabajos no se lo permitieron
participar en aquellas reuniones, con viajes nocturnos para evitar gastos de
hoteles, Aquellos se gestaban a fondo
perdido y la inestimable participación de Don Federico Montagud, que pagó más
de una comida de trabajo amén del apoyo romántico o sentimental, a aquel grupo
de atrevidos "escritores" de temas molineros, deseosos de saber más
acerca de nuestra profesión y, como salvar obstáculos burocráticos en tiempo de
sequia democrática, donde no te podías mover de la senda verticalista y sortear
la arrogancia de compañeros de profesión ya instalados en la villa y corte, que
nos miraban con cierto desdén, indiferencia y hasta un punto de arrogancia. Nos
veían como intrusos invasores de la profesión, no merecedores de ser llamados
colegas, que no tenían reparos en llamar
a alguno de mis compañeros "machacadores de trigo" porque, a pesar de
los años, (la mayoría no pasábamos de los veintitantos) ya estaban o estábamos
rebasando las líneas rojas establecidas por las casas constructoras, quienes
marcaban y limitaban el desarrollo de cualquier iniciativa técnica, cumplida religiosamente
por los técnicos establecidos bajo el paraguas de las firmas sagradas.
A
pesar de los muchos inconvenientes, aquel osado grupo, llegó a echar raíces en aquel pedregal. Gregorio de
la Vega, Jaime Ransanz, Pablo López Villanueva, Francisco Creis, (no era
molinero, su padre si), Argimiro García Ruiz, Antonio Blanco, Rafael Rey Majado
y como verso suelto de la vieja guardia Francisco Ayala, bastante mayor que
nosotros pero que no dudó en unirse, además de D. Federico y yo mismo, pudimos
poner en marcha este invento. Por supuesto dentro de la órbita sindical,
Alguien conocía a alguien que conocía al jefe
de los jefes del Sindicato, Don Antonio Reus Cid. En este terreno se movía
como pez en el agua Paco Creis, que con Jaime y Gregorio, encabezaban la
revolución, nosotros, el resto, éramos los gregarios, hacíamos nuestro trabajo.
Conocer gente que conocía gente de la profesión, llamarles, decirles,
contarles, explicarles lo que estábamos a punto de poner en marcha. Todos
pusimos nuestro ladrillo.
Como
sabes, yo vivía en Castejón, un día me fui a Zaragoza y me presenté en el
Heraldo de Aragón, pregunté por un redactor que hacía entrevistas a
desconocidos raros, le expliqué el tema y al día siguiente, tu nieto salió en
los papeles. Hablando de la industria harinera. De los profesionales que estábamos
al frente de las fábricas y de que íbamos a crear una Asociación, y que todos
los compañeros debían saber qué se estaba cociendo. Naturalmente muchos o casi
todos se enteraron gracias a mis descaro provinciano. En Zaragoza había muchas
fábricas igual que en la provincia de Huesca, Teruel, Navarra. La Rioja,
Cataluña y allí donde llegase el periódico.
Este
alarde de insolencia provinciana, despertó el interés de aquellos compañeros de
la Villa Corte, que no dudaron en subirse al carro para aportar su sapiencia e
influencia, lo que sin duda aportó un "toque de distinción" que
mitigase un poco el polvo de la era con el que estábamos marcados los pobres provincianos.
Sin duda alguna, de la noche a la mañana, Antonio Sánchez y Antonio Pantoja, se
convirtieron en estandartes y defensores de la fe, si bien cabe recordar que en
viajes previos a Madrid, les habíamos visitado en sus grandes y pomposas
instalaciones donde nos atendieron de forma correcta, pero en el fondo nos
miraban de arriba abajo. No era difícil adivinar qué pensaban, pero nuestra
constancia, perdón, la de Jaime y Gregorio, marcaban la pauta.
Pronto
creció el interés a nivel nacional. Se redactaron unos Estatutos, Reglamentos
de Régimen Interno, bajo la inestimable aportación de Paco Creis, que como es
habitual, olvidado por casi todos. Del Bar Flor pasamos a reunirnos en su casa,
(creo recordar que estaba en Conde de Peñalver) donde se plasmaron las ideas
marco, dentro de los condicionamientos de la época, poniendo especial énfasis
en la absoluta necesidad de respetar nuestro nombre de pila, Cultural y
Técnica, (idea de Gregorio). Así nacimos, nos registramos, fuimos aprobados,
constando como primer domicilio social el de Paco Creis. Y como Comisión
Organizadora, convocamos, al amparo del Sindicato Vertical de Cereales, que
también empezó a tomarnos serio, y que
de entrada nos proporcionó domicilio social,
Secretaría Técnica, secretaria y Asesoría Jurídica visto el impacto que ya
habíamos conseguido, se desbordaron todas las previsiones, las adhesiones
fueron impresionantes en cuanto a número. Bien, se nombró la primera Junta de
Gobierno y fue elegido Presidenta Jaime Ransanz y vicepresidente, Gregorio de
la Vega. También se incorporaron a la Junta los dos antiguos exceptivos,
Antonio Sánchez y Antonio Pantoja por aquello de que vivían en Madrid, no era
cosa que el provincianísimo se apoderase del poder absoluto. Así empezó todo abuelo."
Retomemos
la narración. Los años fueron pasando, la Asociación se fue haciendo más
numerosa, llegamos a ser cuatrocientos cincuenta socios, las reuniones eran
casi multitudinarias y las ansias de mandar, constantes, Sánchez y Pantoja
fueron alternándose en la presidencia, todo transcurría con cierta placidez
hasta la celebración de la X Asamblea General. Pensábamos celebrar los diez
años de vida, cuando empezaron a surgir desavenencias entre el Presidente
Sánchez y el Secretario Técnico Luis Bernabéu, quien me puso en conocimiento
haber discutido y por el motivo que fuera, el Presidente había presentado la
dimisión de forma irrevocable. Esto eran palabras mayores pues ese año el
Vicepresidente era yo, por lo tanto había que solucionar el problema lo más
rápido posible. Me puse en contacto con Pablo y decidimos reunirnos a mitad de
camino entre Madrid y Alicante, convocamos una reunión en Mota del Cuervo con
otros miembros de la Junta, Julio Caballero. Juan José Moreno, Pablo López
Villanueva, Luis Bernabéu y yo como Vice Presidente y aunque parezca una remedo
de la película "Rebelión a bordo", con los estatutos en la mano,
reajustamos la Junta, pasando a ser "interinos" o "en funciones" hasta la próxima
Asamblea General.
Recurrí
a la Asesoría Jurídica del Sindicato para elaborar el Orden del día con el fin de hacerlo correctamente, así es
que cual sería mi sorpresa cuando abrí la sesión, informé de la dimisión del
Presidente por razones personales, y según
el Orden del Día, intenté informar de la actividades cuando fui
interrumpido por un enlace sindical, que asistía como invitado, que sin ser
socio recomendó a la Asamblea, que el tema del Presidente debería ser debatido
sin la presencia de la Junta en funciones, algo inaudito ahora y no tanto
entonces. Esta persona se había convertido en Comisario Político. Confieso que
no supe que hacer, bueno, si lo supe cuando miré a los asistentes y me sentí mas perdido que Pulgarcito en el
bosque. Miré a Pablo y a Luis y abandonamos la sala convencidos que aquello no
podía ser verdad.
Cuando
creyeron oportuno, nos llamaron y vimos que habían nombrado Presidente a
Antonio Pantoja a instancias del delegado sindical que parece ser había asumido
el atropello. El nuevo Presidente, benévolo con los insurrectos (nosotros o
solamente yo), nos invitó a seguir en la Junta, algo que me negué a admitir, se
había cometido un atropello según los Estatutos, no acepté la invitación y me
consideraba liberado de cualquier responsabilidad, al no poder desarrollar el
Orden del día previsto. Pablo y yo nos fuimos y nunca supimos que había pasado
después.
Aquella
noche, mientras la tripulación del Apolo XI, Neil A.Amstrong y Edwin E. Aldrin
pisaban la Luna, más concretamente en el paraje lunar llamado Mar de la Tranquilidad,
observados por Michel Collins al mando de la nave espacial de retorno a la
Tierra, Pablo y yo, en compañía de nuestras esposas, nos fuimos a un cabaret
después de cenar e ironías del destino, como recompensa a tan nefasto día, nos
tocó una cafetera en el sorteo que aquellas "señoras" tenían guardada
para señalados espectadores de primera fila. Para broche final del día tuve que
subir al escenario a recoger el obsequio que aquella oronda señora de generoso
escote, con sobredosis de maquillaje, que tapaban heridas de otras batallas,
tuvo a bien alegrarnos la noche con las consabidas bromas celebradas por el
respetable.
Cuando
regresábamos al hotel, estaban televisando en directo desde la Luna, como
Amstrong daba saltitos en la superficie lunar. Era un 20 de Julio de 1969.
(Mi
especial recuerdo para aquellos compañeros y amigos, que con los años nos han ido dejando un poco más
solos. D.E.P.)
Nada
más abuelo, Un fuerte abrazo
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