domingo, 7 de julio de 2019


CARTAS AL ABUELO.2
El AhatsApp
No sé cómo empezar esta carta: ¿con  aquello tan socorrido como  "decíamos ayer", "¡Hola abuelo¡ cuánto tiempo sin escribirte" "Celebraré que al recibo de esta carta…", etc.? El caso es que he pensado que tampoco pasaría nada del otro mundo, si retomase una vieja costumbre de escribirte  cartas, que es una forma de decir cosas o contar o relatar, a mi manera, lo que pienso de lo que pasa en nuestro pequeño mundo de la harina, del molino, de nuestra Asociación, del devenir del progreso, de las nuevas tecnologías aplicadas en nuestra profesión y la influencia que todo progreso, no borre nuestro pasado, nuestras raíces o costumbres no se deben eliminar por antiguas. Aquello que hacíamos bien el siglo pasado, sigue siendo positivo, de aquellas experiencias hemos llegado al presente, donde a pesar de las nuevas tecnologías, las fábricas o los molinos, necesitan un molinero, como el mejor pianista precisa de un afinador de pianos o el mejor deportista, necesita  los servicios de un terapeuta, así es que seguiremos en contacto. La serie, para estar en consonancia con los tiempos, lleva el título de "cartas al abuelo punto dos" .
Te cuento abuelo. En la Asociación, que ahora la gobiernan con mano firme, aquellos chicos que un día nos relevaron, por razones de edad, no por ser malos regidores, rectores o directivos circunstanciales, y como es natural, están más al día en los adelantos informáticos, crearon un foro virtual que le llaman WhatsApp, donde todos podemos enviar mensajes, noticias, fotos, informes de la actualidad, proporcionándonos estar al día de todo aquello referido a nuestra actividad profesional.
 Este nuevo sistema de comunicación instantánea nos ha venido a facilitar y a la vez complicar el principal objetivo de su creación. Simplifica tanto el medio de comunicarnos, que hacemos uso y abuso a la vez de su inmediatez. Otros sistemas limitan el número de guarismos por mensaje,  por lo que no podemos usar el rico idioma que nos dejaron en herencia nuestros antepasados. Mientras, en el whatsApp, no tenemos límite en aquellas expresiones, comunicados, informes, envío de imágenes o videos, en una fuente inagotable de noticias, provocando, tal vez, desviar la atención necesaria al mezclar  toros con futbol, el mercado del maíz con el precio de las patatas. Cada foro, hable de su especialidad. Aquello de zapatero a tus zapatos, se puede aplicar en el foro de nuestra asociación (ACTME) a tratar temas de molinería o, molinero a tu molino o como dice nuestro amigo Pedro Nicolás, nuestra aula particular, que es de lo que sabemos o creemos saber, al tiempo que seguimos aprendiendo día a día. Aquí debía corregir (a título personal) el tiempo el verbo aprender, participio pasado, aprendimos.

Como preámbulo, tras larga ausencia por mi parte de contarte cosas del arte de hacer harina, te diré que algunos amigos (además de colegas) como el citado Pedro, como Ramón Gañet, Vicente Sanchez y alguno más del siglo pasado, han recordado viejos tiempos en que teníamos nuestras tertulias, cambio de impresiones o mesas redondas o cuadradas, también Seminarios donde hablábamos de todo lo referente a nuestro trabajo y experiencia, que a todos nos reportaba un cumulo de satisfacciones y enseñanzas, algo que el WhatsApp no nos puede proporcionar. La realidad y la virtualidad, no son compatibles. Ver fotografías de máquinas modernísimas no es tan impresionante como sentir el ruido del molino ó el olor del trigo y el tacto de la harina terminada. Cada tornillo tiene su tuerca y comparar un mensaje vía móvil con tomar una café con los amigos en el Bar Flor y hablar, razonar y exponer criterios más o menos geniales. Amar a las tradiciones que visionarios pretenden marginar para crear una masa huérfana de vínculos sociales, va a ser que no. Esta especie, no está en vías de extinción.

Por hoy es suficiente, te contaré si hay alguna novedad y de todas formas, si que te explicaré algunas vivencias que viví en el pasado con algunos compañeros en encuentros habidos en fábricas en las que trabajé, que fueron verdaderas aulas en las que aprendí de ellos. Y supongo que ellos también aprendieron algo de mí.

Un abrazo y hasta pronto.






2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Me uno a la celebración por el regreso de "las cartas al abuelo". Yo crecí leyendo esas cartas en la antigua "molinería y panadería" y me alegro de tenerlas de nuevo.
    Propongo un reto: Hoy en día, que todo está digitalizado, ¿sería posible recuperar aquellas viejas cartas? Nos darían una perspectiva inmejorable para ver de donde venimos.

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