miércoles, 4 de enero de 2012

TECHOS DE CRISTAL (1)

Corren tiempos de inquietudes aviesas acerca de la borrascosa situación que atraviesa este país,
 culpando los unos a los otros, lamentando que los otros no crean lo que dicen los unos, estos, a su vez, arremeten contra aquellos y como históricamente ha ocurrido, nos enfrentamos una vez más, (en principio el match es dialéctico). Confiemos en que el sentido común de unos y otros no nos lleven a lamentar el deseo contumaz de tiempos no muy lejanos de reconvertir el nefasto paisaje de las dos o más Españas.

Dice un refrán (de la España antigua) que “cuando no hay harina todo en mohína” o lo que es lo mismo a no tener dinero después de haberlo tenido, haber vivido como ricos sin serlo, disfrutar del estado del bienestar sin conquistarlo, sin sudar la camiseta o aprobar el examen sin estudiar y ahora estamos buscando al culpable que nos engañó, quien nos proporcionó duros a cuatro pesetas con las palabras mágicas del “no te preocupes” que aquí hay dinero para todos, hasta el punto de llegar a proclamar a los cuatro vientos “que el dinero no es de nadie”. Lapidaria frase de alguien con el sello de gobernante.

Y de pronto, más bien de repente, despertamos del sueño y empezamos a buscar culpables, (no soluciones), todo el mundo tiene la solución, sabe quien ha sido el que se lo ha llevado crudo, que siempre suelen ser “los otros”, “los nuestros” son los buenos, los listos y cuya honradez está demostrada y si alguien se ha hecho rico en el ejercicio de la política, es porque heredó de los padres de su mujer una finca en Villateempujo de Arriba, que valía una pasta. Y en esta disputa surge la pregunta del millón ¿Cuánto cuesta la Casa Real? Y nos entra un afán de querer saber cuánto ganan, en que lo emplean, si es mucho, poco o demasiado. Los unos y los otros descubren la necesidad de los techos de cristal.

Me he permitido retroceder en el tiempo, allá por el siglo XVI, Luis Vélez de Guevara escribió
“El diablo cojuelo”, personaje que era capaz de levantar los tejados de las casas de Madrid y comprobar las grandezas y miserias de las gentes de toda clase de la época, poniendo al descubierto el verdadero valor y catadura moral de aquellas personas en la intimidad de sus alcobas. Que como es normal, había de todo. Bienvenidos sean los techos de cristal, nos vamos a llevar muchas sorpresas, si es que se levantan “todos los techos”. Siempre habrá quien piense en el derecho a la intimidad o que, por estar “aforado”, las diligencias de poner techos transparentes, se demoren en el tiempo y pase la moda de querer saber.

La práctica de algún gobierno generoso que se precie de hacer amigos, es llenar páginas del BOE ( o de la Comunidad) de listas inacabables de subvencionados, cuyos destinatarios (algunos tal vez sí) no tienen techos de cristal, más bien diríamos que tienen bula en materia de aclarar el destino de esos fondos, que tan generosamente reciben. Y no voy a señalar a nadie, por la sencilla razón que me dejaría muchos, la lectura en el BOE, me llena de curiosidad el querer saber quiénes son, que han hecho, o que piensan hacer y hasta donde llega su campo de acción.

Si la magia que el Diablo Cojuelo mostró al estudiante Cleofás pudiera ser trasladada a nuestros tiempos, hoy en día podría ilustrarnos de qué hacen, de qué viven, cuáles son los méritos o habilidades de esa ingente cantidad de asesores, liberados, funcionarios de libre designación, amigos del Jefe de turno con el currículo caducado, (los hay que hasta se sientan en Consejos de Administración de empresas públicas) para que a la hora de realizar algún trabajo que justifique su nómina, se tenga que externelizar servicios, lo que demuestra la inutilidad de una nómina generosa en número pero escasa en calidad.

1 comentario:

  1. Estas lleno de sabiduría querido tío, no puedo estar más de acuerdo contigo; esperemos que todos los de nómina generosa cuyo oficio y profesión no llegamos a entender, sean cogidos con las manos en la masa, o en el maletín, por decir de una manera entendible para todos. Un beso.

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