
No es un relato literario, ni un ensayo, ni una historia de amor, ni mucho menos un cuento para un concurso de ningún Juego Floral. Un poeta diría que si algo te aflige, haz de ello un poema, No es el caso. Si, es una carta, con un destino imposible escrita a una persona que no está entre nosotros, por lo que obviamente no espero respuesta, no obstante, he sentido la imperiosa necesidad de escribirle y decirle algunas cosas relacionadas con el enunciado. Esta persona era mi hermana mayor.
“Querida Mary: Recientemente he hecho un viaje a la tierra donde nuestro padre y tú nos dejasteis, Dios lo quiso así y así son los destinos que nos aguardan y he tenido la suerte de sentir tu presencia entre tus hijos y nietos. Dignos descendientes de una persona como tu, que pasaste por este mundo dejando tu huella, como el que camina sobre la nieve, pero sin mancharla, una semilla (creo que le llaman genes) que perdura en todos ellos.
Tengo que echar la mirada atrás y recordar de donde venimos, como fueron nuestros primeros años, que vistos desde la lejanía fueron horribles pero la suerte para mí es que mi hermana mayor, estaba allí y los malos momentos pasados, se compensaban con tu presencia, llevándome de la mano, haciendo de madre cuando la perdimos y a pesar de ser unas niños, yo siempre te miraba a ti para saber que debía y como debía andar.
Recuerdo cuando nuestro padre nos llevaba al teatro Tivoli de Barcelona a ver zarzuelas todos los domingos, hasta el punto que llegamos a aprendernos de memoria muchas letras y hasta llegamos a cantarlas tu y yo, con regular éxito por supuesto, pero a mi me encantaba ser protagonista de aquellos dúos, me sentía “importante” estar a tu altura. Esta actividad nos permitía olvidarnos de los bombardeos, de los refugios y hasta creo que la música nos hizo un poco felices. Lástima que a Pili le tocase vivir al otro lado de la guerra, sin duda nos habría ganado a cantar ya que ella llegó a “actuar”, (en un grupo de aficionados por supuesto). Siempre que escucho Gigantes y Cabezudos (la hago con regular frecuencia) y su Coro de repatriados, tengo en mi mente con una claridad difícil de explicar, cuando nos repatriaron a Zaragoza en aquel camión sin toldo, un 28 de Enero de 1939 y avistamos El Pilar, cruzando el puente de piedra nuestro padre empezó a cantar esa romanza y nosotros también.... Recuerdo las lágrimas de nuestro padre y ver aquel hombre tan grande llorar, no sé porqué, pero también lloramos.
Cuando terminó aquella guerra y Pili se unió a nosotros, yo fui el hermano mas afortunado, yo era vuestro juguete, hacíais de mí lo que queríais. Pero era feliz. Mis hermanas velaban por mí. Recuerdo la primera vez que me afeité y vosotros casi montáis una fiesta celebrando mi presunta mayoría de edad. ¡¡El chico ya se afeitaba¡¡.
Por cierto, dentro de los recuerdos hallados en mi memoria, hay algo que no recuerdo, no sé quien nos enseñó a leer y escribir, con la guerra no tuvimos escuela y la primera vez que vimos una, teníamos 12 y 10 años. Seguro que nuestro padre haría algo y tú me enseñarías a mí.
Tras muchos años después del “de donde venimos”, he comprobado que tus hijos primero y tus nietos después, tienen un “algo” tuyo que me han hecho recordarte, gestos y miradas y ¡como mirabas cuando algo no te gustaba¡, pero sobretodo, tu bondad, porque hasta mandando (que eras un poco mandona ya lo sabes) eras buena gente, como se dice ahora. Tu hija es como tú, la miro y te veo a ti, una joya de criatura, es de esas personas que todo el mundo la quiere y la respeta, sus hijos la adoran y es que vienen de donde vienen. De tu hijo sé algo menos pero lo que sé es bueno y hablando de cosas y de la ciudad donde vivimos, recordó “que su abuelo” había trabajado en aquella fábrica. Abuelo al que no conoció. Pero sin duda lo que sabía se lo había enseñado su madre. Supiste enseñarles quienes eran y de donde venían.
De tus nietos podría decirte muchas cosas, todas buenas, pero tal vez sería muy poco objetivo, con eso del “tito-abuelo” y la paciencia que tuvieron escuchando mis historias, me dejaron indefenso. Tienes dos nietas, una de cada hijo que son un poco como tu, que miran desde arriba, saben lo que quieren, como lo quieren y creo que hasta a donde van y esto me recuerda que en nuestros juegos de niños, tu repartías los roles que todos debíamos interpretar. (Estuve a punto de decir aquello tan socorrido de ¡eres igual que tu abuela¡ y me arrepiento de no haberlo dicho). Te hablo de dos de las niñas porque tienen la edad de los sueños, la gracia de su tierra que hace que un abuelo o tío-abuelo se embobe un poco. Esto no quiere decir que el resto de tus nietos no merezcan tan encendidos elogios, al contrario, todos brillan con luz propia y hay que quererlos, porque son merecedores del mismo cariño. Los genes siguen estando presentes y debo decir y por supuesto lo digo, que tu paso ha dejado recuerdos en muchas personas, hasta en aquellas en que no hay ninguna relación genética, simplemente te conocieron y trataron. Para mí ha sido muy gratificante comprobar quienes somos y como somos. Pocos, eso sí, pero nadie podrá decir que el fruto de esos árboles, cuyo tronco ha surgido de raíces profundas capaces de resistir el paso de los años, las inclemencias y hasta los vientos capaces de torcer voluntades, han resistido y el resultado me llena de orgullo y satisfacción haber sido hermano tuyo. Si la vida nos separó muy pronto, quedan los momentos importantes que compartimos, que unido a los vividos con los tuyos, ha despertado en mí la necesidad de poner esas observaciones en algo parecido a una carta. Deberíamos expresar los pensamientos para que nunca se olviden nuestras vivencias. Estamos en el tiempo de olvidar, (además de las llaves, el móvil o la cartera) y eso, no es bueno, mejor escribirlo y guardar lo escrito. Tal vez nos olvidemos donde lo hemos guardado, pero eso es otra historia.
A la hora de terminar esta carta, me llena de dudas como hacerlo. No conozco ninguna fórmula que encaje medianamente y que estas confidencias que te he hecho, queden entre nosotros o las lance al espacio cibernético y esperar, quien sabe si encuentra alguna rendija y deje de ser una carta sin sello ni dirección. Mejor esto último. Tal vez alguien lee esto y hasta hace una película y puestos a imaginar, ponerle música. No estaría mal ¿verdad? Un beso. M”
Mi querido tío Mariano, aún estoy emocionada por la carta tan bonita que has escrito. Todos hemos compartido unos momentos estos días que seguiremos reviviendo en nuestro recuerdo; somos una familia muy corta, pero ya sabes, la esencia de un perfume se guarda en tarros pequeños, y nosotros somos el ejemplo de ello.Todavía se percibe la esencia de "ella" en el ambiente. Gran homenaje le has hecho a mi madre con sus palabras, gracias tío, un beso.
ResponderEliminar