LA HORA DEL ADIOS
CARTAS AL ABUELO.2
Querido
abuelo. Hoy toca hacer balance, evocar recuerdos, de cuando empezó nuestra particular relación
epistolar, allá por los años cincuenta del siglo pasado, cuando me movió a
escribirte, contarte, opinar, informarte de las cosas y logros, que un puñado
de osados provincianos, estábamos zarandeando el árbol del pequeño mundo de la
molinería, haciendo malabares y casi magia, hasta conseguir poner en órbita,
nuestra soñada Asociación y, a quién mejor le podía contar yo cosas de la
molinería que a mi abuelo, primer molinero de la saga de los Solanot?.
Creo
que tú fuiste el primero, mis averiguaciones históricas, no han podido averiguar
que antepasados tuyos hubo antes de Bujaraloz y Peñalba, tu pueblo y el de la
abuela Ángela. Así es que, me he "fabricado" nuestra particular saga",
desde el molino de piedras hasta el último grito de la tecnología aplicada en
la molinería, si bien yo preferiría decir que nuestra vida laboral ha
transcurrido ejerciendo "el Arte de hacer harina", pocas profesiones
precisan de los cinco sentidos para ejercer su trabajo. El molinero cuando
entra en la fábrica, escucha, huele, mira y toca y si hasta hace pan en el
laboratorio, donde se realizan pruebas de panadería, come ese pan y lo saborea.
Este "examen" gustativo, es vinculante. En cada tiempo y época, según la evolución de
los medios técnicos disponibles, tú
picando las piedras, tu hijo (mi padre) disfrutando los primeros molino de
cilindros y sustituir aquellos
cernedores planos sobre piso, por los "colgados" mediante unos juncos
revolucionarios, precursores de los actuales de fibra de vidrio. Se les llamó
de libre oscilación. Y yo, tu nieto, conocer el transporte neumático, la
sustitución de la seda en el cernido por el nylon revolucionario, los cuadros
de mando a distancia, con lucecitas, botones, temporizadores, alarmas y la
supresión de los rociadores de cangilones, (descendientes directos de las
norias prehistóricas), sustituidos por el invento mas celebrado, la
dosificación exacta y precisa, del agua para el acondicionado del trigo,
previas indicaciones que el molinero debería "teclear". Todo este
proceso, nos pareció, entonces, un milagro más de la ciencia y el progreso.
Aquello
fue un salto enorme. Creía que sería definitivo, también a nuestro José Manuel,
tu bisnieto, le ha tocado disfrutar de grandes logros de la tecnología aplicada
al Arte de hacer harina .Una nueva revolución ha surgido con la aplicación de
sistemas informáticos y los rayos infrarrojos en cantidad de puntos vitales.
Todo requiere nuevos cocimientos especiales, pero esos adelantos, no hacen
harina. Las máquinas siguen trabajando, con mejor control seguro, más eficaces
también, pero las manos, y los cinco sentidos del molinero, todavía siguen
siendo importantes. Parece que cuesta sustituirlos, pero, los aprendices de
brujo, están en ello.
A
todos nos ha tocado, ¿acomodarnos?, no. Nada de acomodos, hemos tenido que luchar
para acceder a los nuevos adelantos del desarrollo tecnológico, hacer frente a los
comodones ignorantes dedicados a poner palos en las ruedas, incapaces de
asimilar la necesidad de contribuir en la construcción de nuevas innovaciones y/o sistemas. En algún
sitio leí( y aprendí), hace tiempo, algo
parecido a la necesidad de enfocar toda
tu energía en la lucha contra lo viejo, para participar en el desarrollo de lo nuevo. No siempre hemos
sido comprendidos o atendidos, en esos principios básicos para la asimilación
de los logros de la ciencia. Siempre, o casi siempre, el molinero oye, ve y
siente lo que necesita "su" fábrica. El sentido de la
"propiedad" es básico en el buen hacer del molinero, todos, alguna
vez, hemos sentido que
"aquello" era muestro, no de 9 a 3, ni de lunes a viernes. No,
nuestro teléfono estaba y creo que está, la 24 horas del día abierto ante
cualquier emergencia, como médico de guardia a disposición de "mi"
fábrica, algo que no ocurre con el resto de responsables del staff de las
"alturas", dirección, administración o consejos directivos, que se
creen que las fábricas funcionan solas, que los trigos son todos iguales, que
la regulación de la molienda es una actividad que la pueden realizar, los
segundos, el químico del laboratorio o el mecánico de los ascensores.
Siempre
ha habido excepciones, afortunadamente, por supuesto, pero los gurús de la
industria en general, y la harinera no es una excepción, ha puesto en primera
línea, una pancarta con el mensaje de, Rentabilidad o el Caos.
La
última noticia de este pequeño mundo familiar y molinero, es que nuestro José
Manuel se ha jubilado, (los años pasan a pesar de la pandemia) haciendo méritos
para alcanzar el reposo del guerrero en los cuarteles de invierno y, de paso,
yo asumo las consecuencias colatelares al quedarme sin "participar"
en su día a día, preguntar, escuchar, hablar de harinas, trigos, inventos,
problemas, soluciones. Cuando le visitaba en "su" fábrica, disfrutaba
como un niño con un nuevo juguete, viendo, oyendo, oliendo el inconfundible
aroma del trigo acondicionado y sobre todo, tocando.
Las manos se me iban hacia los distintos productos y hasta, por
deformación profesional, tocando motores, cojinetes, mirando pantallas etc. (Ahora,
el personal subalterno de la fábrica, llevan su tableta, con las instrucciones
oportunas, ¡qué tiempos¡) Y sigo, preguntando cosas nuevas que iba
incorporando, como detector de metales
de los productos acabados, verificadores de peso, paletización, peletización de
subproductos, climatización de la planta y nuevas y necesarias exigencias en
materia de seguridad alimentaria, en fin, que el mono de la harina y el
molino, me lo quitaba por una temporada.
No
estoy de acuerdo con una sentencia filosófica leída recientemente, tal vez aplicable en otras circunstancias, no
en esta concretamente, dice qué "Todos esos momentos se perderán en el
tiempo, como las lágrimas en la lluvia". Para que no se pierdan, yo los
guardo en la nube recordando a Eqa de Queiroz, por el consejo que nos da en una de sus historias, "Cuando
el dolor de aflija, haz de él un poema."
Si,
esta carta puede ser un poema dedicado a nuestra pequeña aportación a la
molinería. Cuatro generaciones de
molineros que a través de más de un siglo, desde Bujaraloz a Gran Canaria,
vivieron y/o vivimos esta bendita profesión. Desde la era y el trillo, aventar la parva
para separar el trigo de la paja (tecnología punta de su época) hasta la
tostada del desayuno, el trigo ha sido nuestro compañero de viaje, dejándonos,
como premio, amigos en la profesión, (no demasiados, estar en el candelero,
desgasta) pocos, pero de los buenos y en todas las ciudades y pueblos donde
ejercimos de Maestro Molinero, Jefe Molinero, Director Técnico, incluso ser
"el chico de la harinera". Un honor que empieza a ser un recuerdo
imborrable, pese a todas las dificultades, que en algún momento nos tocó
superar, que también las hubo, pero nos quedamos con la satisfacción del
trabajo que el destino nos marcó.
Abuelo
querido, esto suena a ¿despedida? tal vez. Dejaremos que los temas molineros no
sean argumento exclusivos de futuras cartas íntimas, de confidencias ni relatos
de acontecimientos profesionales, el futuro nos aguarda impaciente con otras
historias que no se pierdan en el tiempo como las lágrimas en la lluvia. Los
Solanot, no se van, simplemente, hay un
punto y aparte. Después del invierno, volverá la primavera con nuevas historias
que vivir y, por qué no, contarlas
Como
siempre, un fuerte abrazo. Tu nieto preferido
Alicante
(Planeta Tierra) 9/28/2020
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