sábado, 24 de abril de 2010

Historia de un libro libre

Esta historia debería comenzar con esa socorrida frase de “érase una vez…” ya que no existe mejor frase para narrar la historia de un “libro libre” y en primera persona, es decir, es el propio libro el que piensa, oye lo que se dice en su entorno, lo que opinan de él, cuenta su vida y andanzas por distintas estanterías y le dicta al ordenador que narre su historia. Pongamos un poco de imaginación y dejemos o leamos que nos dice. "Corrían días entre los años cincuenta y sesenta cuando un escritor catalán, organizó una tempestad en el campo literario, abordando un tema que en aquellos tiempos no eran demasiado propicios para ver la luz, a pesar de haber transcurrido casi veinte años desde el final de una guerra. José María Gironella (mi autor), publicaba el primero de una trilogía que resultó ser un best seller de enorme interés. Yo salí de un cajón junto con mis hermanos y fuimos a parar a mostradores, escaparates y estanterías a la espera de que algún ciudadano nos adquiriese y pudiésemos ver en que mundo estábamos y que manos nos iban a llevar a conocer gente para la que fuimos creados. Ser leídos y transmitir el pensamiento de mi autor. ¡Ah¡ me llamo “Los Cipreses creen en Dios”, el primero de una familia muy leída. Criticada y alabada por supuesto, pero a juzgar por el éxito de ventas, algo tendríamos de interés. Mi primer lector, me llevó a su casa y enseguida vi que allí se leía y, a juzgar por mis compañeros de estantería, autores ilustres y menos conocidos, históricos y novelas convivían pacíficamente, bien cuidados y ordenados me hizo pensar que había caído en buenas manos, estaba en buena compañía y mis compañeros de estantería me dijeron, que el tema principal de lectura de los dueños de la casa, (en especial de él) eran las historias basadas en hechos reales y yo era una sucesión de hechos sucedidos. Mi autor, vivió la guerra civil, y escribió los horrores de aquella guerra, claro que no a gusto de todos, en casa se habló mucho de mí, oí comentarios de todos los colores. Por ejemplo, el historiador Fernando García de Cortazar, decía que mi autor escribió del conflicto y “del sentimiento de la guerra como una tragedia, lo que en cierta medida se salía de la visión oficial de cruzada.” Otro escritor al que no le gusté demasiado era Umbral, claro que en casa se decía que al Sr. Umbral solo le gustaba hablar y que se hablase bien de sus propios libros. Había de todo, pero alguien muy importante para mí, la persona que me acogió, que había vivido la guerra en los dos lados, se deshacía en elogios de mi autor, diciendo que había repartido responsabilidades de la tragedia, por partes iguales. Aquella noche, en la librería o estantería con aires de biblioteca, comentaba mi satisfacción con un compañero de estantería, me dijo que entre sus páginas había una referencia a mi actitud, esta decía “ni quito ni pongo Rey, pero ayudo a mi Señor”. Por lo tanto me sentí muy gratificado al saber que mi señor estaba de acuerdo con mi autor.

Toda mi existencia era agradable, me trataban bien, se hablaba bien de mí y de los que me sucedieron en la trilogía, estaba rodeado de libros de buena cuna, hasta que un día, cambió mi destino. Fui prestado a un amigo de casa y mi destino cambió por completo. Este amigo de mi señor, tenía otras ideas respecto a mi autor, al tema, a los hechos narrados, negando aquellos que no le gustaban y no me tiró a la hoguera de milagro. Aparecía en cualquier sitio con las hojas dobladas, con manchas y marcas que desmerecían mi aspecto. Siempre había sido un buen libro, libre, bien tratado y respetado y ahora solamente soñaba que fuese devuelto a mi antiguo señor, volver a aquella estantería con mis buenos compañeros, hablar de historias y leyendas, sin embargo, nuca fui devuelto. Fui de nuevo prestado varias veces. Mi último recuerdo, fue un cajón con papeles viejos, en un trastero, sin luz, con humedades y olores, añorando mi casa y los días en que fui tratado como un libro libre”

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